VALORES DEL MÉDICO 2021
101 CARLOS POSE VARELA bien, como el término prudencia se ha ido cargando de varios sentidos, no todos positivos, y además ha entrado en desuso en algunos ámbitos, es preferible traducir phrónesis por ‘sabiduría práctica’, y hablar de prudencia o sabiduría práctica. No se trata de ser moderado, cauto o precavido, sino ‘experto’ en el análisis de la mejor opción en situación de incertidumbre. Por lo tanto, el profesional de la salud ha de incorporar como valor a su actividad clínica esta sabiduría práctica que permite evaluar principios, circunstancias y consecuencias a la hora de tomar la mejor decisión. La incertidumbre en la toma de decisiones está en la base del cultivo o enseñanza de la prudencia o sabiduría práctica. Los juicios clínicos no pueden ser más que probables, y lo mismo sucede con los juicios éticos. De ahí que tanto la clínica como la ética hayan compartido, ambas disciplinas, un mismo método, que tanto en la Antigüedad como en la actualidad se denomina ‘deliberación’ . La prudencia y la deliberación son así los dos ejes del razonamiento práctico y de la toma de decisiones que debe promover la ética médica. La deliberación es la búsqueda de lo razonable o prudente, mientras que la prudencia es la decisión razonable tras el proceso de deliberación. Se trata de un modo de razonar, de una lógica, y también de un método o procedimiento. En efecto, para llegar a un juicio prudente R UD]RQDEOe eV SUeFLVR TXe OD deOLEeUDFLµQ Ve DUWLFXOe eQ XQ SURFedLPLeQWR de WRPD de deFLVLRQeV (VWR TXLeUe deFLU TXe SDVD SRU XQD VeULe de IDVeV DO PeQRV WUeV /D SULPeUD \ OD P£V LPSRUWDQWe WLeQe TXe YeU FRQ eO DQ£OLVLV de ORV KeFKRV FO¯QLFRV /D DFODUDFLµQ de ORV KeFKRV FO¯QLFRV dLDJQµVWLFR SURQµVWLFR WUDWDPLeQWR eV OR TXe YD D SeUPLWLU DQDOL]DU ORV YDORUeV OD VeJXQdD fase. Los problemas éticos consisten siempre en conflictos de Yalores, por lo que la identificación de valores soportados en los hechos clínicos es esencial. Finalmente, la tercera fase la constituye el análisis de los cursos de acción. Como los valores piden su realización, esta fase exige gran compromiso del profesional de la salud. Se trata de encontrar el curso de acción que mejor realice todos los valores. Ese curso de acción será el óptimo y, por lo tanto, el más prudente. A partir de esta mera síntesis, conviene subrayar que la deliberación no recae sólo en los cursos de acción, la tercera fase del procedimiento deliberatiYo, sino también en la identificación de los valores y en la aclaración de los hechos clínicos. Estos tres órdenes son escalares y se gestionan concatenadamente. La carencia deliberativa en el nivel de los hechos clínicos produce sesgos en la valoración y en la toma de decisiones. Por eso, los juicios prudentes exigen mucha deliberación desde el inicio hasta el fin en un proceso continuo. Los juicios prudentes exigen mucha GeOiEeUDción GeVGe eO iniciR KDVWD eO ʾn en un proceso continuo ([LVWeQ RWURV VeVJRV TXe dLVWRUVLRQDQ eO MXLFLR SUXdeQFLDO 8QR IUeFXeQWe WLeQe TXe YeU FRQ eO eVWDdR ePRFLRQDO 3XeVWR TXe ORV MXLFLRV WDQWR FO¯QLFRV FRPR «WLFRV VRQ SUREDEOeV \ SRU OR WDQWR LQFLeUWRV eO SURIeVLRQDO de OD VDOXd SXede YeUVe DIeFWDdR SRU XQD FULVLV de DQJXVWLD R FRQYXOVLµQ ePRFLRQDO /D DQJXVWLD R OD FRQYXOVLµQ ePRFLRQDO LPSLdeQ UeDOL]DU MXLFLRV SUXdeQFLDOeV \ SXedeQ OOeYDU D WRPDU deFLVLRQeV SUeFLSLWDdDV 6X FRQWURO SDVD eQ FRQVeFXeQFLD SRU LQWURdXFLU OD
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