V Convención de la Profesión Médica
V Convención de la Profesión Médica Todo lo que tienes. Esto puede ser cierto. Pero también salvan vidas las acciones de educación sanitaria, la cura de heridas abiertas, las operaciones de apéndices perforados. Y desde luego salvan vidas una botella de agua y un plato de comida. Y no se les pone precio por valor, sino por el coste de los recursos empleados. Si se pusiera precio por valor (por ejemplo, 20.000 € por año de vida ajustado por calidad, AVAC), curar una infección en un niño de 12 meses podría tener un precio de más de un millón y medio de euros, cuando en realidad cuesta 100 euros. En el mundo de los bienes y servicios, el empresario puede pedir un precio por valor. Pero la competencia hace bajar esos precios a un nivel cercano a los costes de producción. El problema está en que aquí se quiere fijar un precio por valor (lo máximo que puede imponerse al cliente, al sistema de salud) y al mismo tiempo mantener la patente, el monopolio. Es una incoherencia injustificable. El monopolio de la patente se concede para recuperar los costes de investigación, no otra cosa. Y si, además, este mal uso impide o retrasa el acceso a los pacientes, es éticamente inaceptable. También se usa el argumento del precio de los medicamentos anteriores, que se han fijado por el mismo mecanismo artificial de presión, y que también estaban injustificados, o que tuvieron costes de investigación más altos. O se comparan con los precios de otros tratamientos quirúrgicos o de otro tipo, por ejemplo, trasplantes, sin considerar que esos tratamientos tienen costes más altos que sí están justificados; pero, en cambio, no se comparan con las intervenciones que son mucho más coste-efectivas (como las citadas antes y muchas otras). Todos estos métodos serían discutibles, siempre que se renunciara a la patente. Insisto: la patente es para recuperar costes de investigación, no para otros objetivos. ¿Cómo completan su estrategia las empresas?: dando por asumido que el precio del nuevo medicamento tiene que ser caro y “ofreciendo” formas de pago innovadoras “para facilitar el acceso de los pacientes”. La industria pide un precio inicial muy alto, astronómico (el máximo que cree que podrá conseguir, sabiendo que tendrá que hacer luego alguna rebaja en la negociación). Sobre ese precio, que puede ser un 6.000% superior al coste (incluyendo la I+D), se hacen luego “rebajas” a los servicios de salud: precios diferenciales, descuentos, tarifas planas, precio por volumen, riesgo compartido, pago por resultados, partenariados, compra pública
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