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Serafín Romero Presidente de la Organización Médica Colegial (OMC) Acompañar al paciente, escucharle, tranquilizarle, confortarle, darle la mano y transmitirle esperanza y confianza es una de las misiones más grandiosas de nuestra profesión. “ “S i puedes curar, cura. Si no puedes curar alivia. Y si no puedes aliviar consuela”. Esta es la esencia de ser médico, ese sentimiento humanista y esa capacidad para hacer suyo el sufrimiento y el dolor de los demás. Y ese sentimiento humanista está en los orígenes histó- ricos, antropológicos y sociales de la relación médi- co-paciente. Acompañar al paciente, escucharle, tranquilizarle, confortarle, darle la mano y transmitirle esperanza y confianza es una de las misiones más grandiosas de nuestra profesión. Algo que en este momento que vivimos está sometido a presiones y amenazas de todo tipo: políticas, económicas, técnicas, profesio- nales y sociales que pueden pervertir la propia esen- cia de esa relación. La profesión médica consciente de ello y de la ne- cesidad de revitalizar el contrato social y de la ne- cesidad de impulsar los valores del profesionalismo médico, anclado en el interés general y en el propio paciente, decidió hace dos años iniciar el camino para promover que la Relación Médico-Paciente sea re- conocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Desde entonces, el balance no puede ser más positi- vo: Presentación de la propuesta en el Ministerio de Cultura, recopilación de más de 100 adhesiones del sector sanitario y social; compromiso de la profesión médica a nivel mundial con esta iniciativa, a través de la Confederación de Entidades Médicas de Iberoamé- rica (CONFEMEL) y debate en el seno de la Asociación Médica Mundial (AMM) que en su asamblea de octu- bre celebrada en Tiflis (Georgia) ha dado un paso más para realizar una declaración que podría cerrarse en la Asamblea que la AMM celebrará en Córdoba en 2020, coincidiendo con el Centenario del CGCOM. El siguiente paso dado por el Foro de la Profesión Médica, promotor de esta iniciativa, ha sido la pu- blicación del Manual de la Relación Médico-Pacien- te, una obra en la que, a lo largo de 400 páginas se ahonda en el conocimiento, la evolución histórica, antropológica, ética, social y en la realidad de esta relación en la que también se analiza la comunica- ción, los condicionantes sociales, organizativos y económicos de la salud, la adherencia a la medica- ción prescrita, la relación en el contexto de las nue- vas tecnologías de la información y la comunicación, así como una perspectiva de género, con una mirada a través de las “gafas violeta”, que incluye el aborda- je de la violencia machista. El Manual de la Relación Médico-Paciente es un re- ferente para médicos, pacientes y jóvenes estudian- tes de Medicina. La Facultad de Medicina de la Uni- versidad Autónoma de Madrid ha sido la primera en sumar a unas de sus cátedras este Manual. Seguro que es la primera de muchas más iniciativas de este La Relación Médico-Paciente, esencia de la Medicina tipo, necesarias para llegar a los futuros médicos. Se trata de una herramienta para conseguir el objeti- vo propuesto que es, ni más ni menos, que revitalizar y reforzar la Relación Médico-Paciente, haciéndola compatible con los avances científico-técnicos y re- sistentes a los riesgos actuales de agentes interme- dios de diferentes conflictos de interés. Por todo ello, la responsabilidad de la profesión médica al servicio de los pacientes es promover la justicia social para asegurar la distribución equitati- va de los recursos y así garantizar que todos tengan acceso a la atención sanitaria adecuada. Y tenemos también que tener en cuenta la realidad del pacien- te, un paciente más activo que exige deliberación, decisiones compartidas y competencia de servicio personalizado, en una sociedad plural, multicultural y multiétnica que demanda una atención de calidad, pero también de calidez. Es una apuesta difícil… porque remamos contra- corriente; porque a veces se nos pide que sigamos siendo islotes de virtud en medio de sociedades poco honestas; porque incluso se abusa de nuestro compromiso con el paciente para pedirnos una aus- teridad autoinfligida; porque se nos piden sacrificio apelando a nuestra vocación, mientras otros esca- pan de las estrecheces con menos valor añadido social, y con una mucho más liviana dedicación a su quehacer, en comparación con las agotadoras y comprometidas jornadas que la gran mayoría de los médicos han de cubrir cada día. Pero, sepan ustedes, que en cualquier circunstancia seguiremos honrando el compromiso con la ciencia y con los pacientes. Con la ciencia, porque la cultura im- perante, exige hoy más que nunca separar el trigo de la buena medicina de siempre, de la paja de la publicidad engañosa, las noticias falsas y las prácticas fraudulen- tas y temerarias que estas amparan. Y con los pacien- tes, porque son la razón y esencia del profesionalismo que nos define y anima, y a los que la milenaria relación médico-paciente aporta la necesaria seguridad de una fidelidad insobornable e incondicional. Porque el profesionalismo médico actual es, po- siblemente, uno de los pocos y últimos bastiones que tiene el enfermo grave, pobre, inculto, excluido y desamparado, para aspirar a un mínimo de salud, calidad de vida y dignidad humana. Y para ellos par- ticularmente, pero para toda la sociedad en general, hemos de desarrollar una labor de abogacía perma- nente ante los poderes públicos. Para esto están los Colegios de Médicos hoy, en ese renovado y amplia- do compromiso que integra, pero trasciende el vene- rable y tradicional Juramento Hipocrático. Y todos los agentes entorno a la sanidad deben de implicarse en preservar este bien común y esencial de la práctica médica. Invitamos a todos a sumarse a esta causa. OMC 42 | EDITORIAL | 3

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