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Entrevistas GT. Salud y cambio climático
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Xavier Querol: "Hay que mostrar todos los beneficios de vivir en una ciudad más saludable, con mejor calidad de vida"

Xavier Querol, geólogo y profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), realizará la ponencia: “La calidad del aire en las ciudades” en el seminario online “Contaminación e Impacto en la Salud. Ciudades Saludables”, que organiza el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos a través de la Fundación para la Formación de la OMC (FFOMC) celebrará mañana, 24 de febrero, a partir de las 16:30

Xavier Querol aborda en esta entreista a Médicos y Pacientes las necesidades a corto y medio plazo para reducir la contaminación, así como el papel tanto de las administraciones públicas y de la ciudadanía en este sentido. 

¿Qué contaminantes son críticos en la calidad del aire que respiramos en nuestras ciudades?

Los contaminantes críticos por incumplimiento normativo o por sobrepasar los valores guía sugeridos por la OMS son las partículas en suspensión (PM10, y PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO2), el ozono troposférico (O3) y el Benzo(a)pireno (BaP).

En una ciudad típica española el tráfico rodado contribuye con el 70% del NO2 que respiran sus ciudadanos. Y dentro del tráfico alrededor del 90% de esta contribución se debe a los vehículos diésel, en especial los anteriores a 2019. En el caso de las partículas, el tráfico rodado es también el causante del 30% del PM2.5 y PM10 que respiramos, y no solo por los tubos de escape, sino por el degaste de frenos y ruedas. La industria aún puede contribuir con un 20%, las obras con un 10%, los puertos con un 5%, … En el caso del BaP los mayores niveles registrados en España son de zonas rurales con elevada quema de biomasa doméstica-residencial y/o agrícola. Finalmente, el O3 es el contaminante más complejo. Es secundario (no emitido por fuentes de emisión sino formado en la atmósfera a partir de reacciones entre NOX y compuestos orgánicos volátiles), por tanto, para reducir sus niveles hay que actuar sobre sus precursores, aunque saber cómo hacerlo es aún científica y políticamente complejo.

¿Qué medidas se deberían tomar de forma urgente para mejorar la calidad del aire, especialmente en ciudades como Madrid o Barcelona?

Para mejorar la calidad del aire las ciudades más avanzadas en aspectos ambientales han aplicado desde hace años medidas que les han permitido registrar los niveles de contaminación bajos, pero también del rural, donde también pueden producirse problemas de calidad del aire.

En el caso del NO2 las medidas se han centrado en reducir el número de vehículos metropolitanos circulantes mediante un transporte público metropolitanos y urbano bien desarrollado, rápido, económico y confortable; la reducción del número de vehículos urbanos circulantes mediante peajes urbanos y restricción del parking exterior siendo solo permitido a residentes; creación de zonas de bajas emisiones que no permiten la circulación a los vehículos antiguos más contaminantes y favorecen a los más eco-eficientes; desarrollo de una logística eficiente de distribución urbana de mercancías y taxis; el re-diseño urbano que gane espacio al vehículo en favor de zonas verdes y peatonales, y que separe tráfico de hospitales, colegios, centros de atención primaria, geriátricos, zonas de juego, entre otras.

Para el PM2.5 estas medidas pueden ser parcialmente efectivas, pero además se han tomado medidas sobre emisiones industriales, puertos, aeropuertos, construcción-demolición y emisiones domésticas y residenciales. Así tanto para PM2.5 como para BaP se ha obligado a una certificación de bajas emisiones para las calderas de biomasa y se obliga al uso de biomasa certificada (origen natural, baja humedad y cenizas).

Para el O3 la situación es más compleja, las medidas deben tomarse no solo a nivel urbano sino regional, nacional y europeo, en cuanto a reducción de emisiones de precursores (NOX del tráfico, industria y generación eléctrica principalmente) y compuestos orgánicos volátiles (tráfico e industria principalmente, pero también de uso de productos de limpieza, pinturas, resinas).

¿Y a medio plazo, cuáles deben ser los objetivos?

Sin duda el re-diseño urbano y de movilidad citado anteriormente con el fin de hacer ciudades más limpias, pero también más saludables para que a parte de reducir la contaminación por tráfico reduzca el ruido y favorezca el transporte activo, todo ello afectando positivamente la protección de la salud. Para ello es necesario un cambio de mentalidad que permita el cambio modal de transporte metropolitano/urbano, y situar estos objetivos en la parte alta de la agenda política.

Además del papel importantísimo que tienen las administraciones públicas, ¿qué pequeñas acciones puede hacer la sociedad para proteger el medio ambiente?

Debemos creer que tenemos un problema relevante a resolver y actuar en consecuencia. Se trata un problema de salud pública y como tal debemos abordarlo. Debemos reducir nuestras emisiones en la movilidad, acondicionar nuestras viviendas para reducir el consumo energético y por ende las emisiones derivadas, consumir productos obtenidos con bajas emisiones, y pedir a nuestras administraciones que apliquen medidas efectivas.

En el primer seminario de este ciclo, la Dra. María Neira afirmaba que los mensajes que se manden al respecto deben ser en positivo, ya que “no podemos permitirnos aterrorizar a la población con otra crisis”. ¿Cómo se debe concienciar a los ciudadanos de que es necesario un cambio por el bien de nuestra salud?

La Dra Neira es una referencia para muchos de nosotros, también en esta opinión. Efectivamente la sociedad está triste y preocupada. Debemos ser positivos. Hay ejemplos como Irlanda que mostró los beneficios de medidas que aplicaron. La Agencia Europea de Medio Ambiente mostró el efecto positivo de las medidas tomadas en calidad del aire: reducción de la mortalidad prematura atribuible a la calidad del aire en un 70% desde 1990 a 2019. Además, hay que mostrar todos los beneficios de vivir en una ciudad más saludable, con mejor calidad de vida.

Se encuentra usted inmerso en un nuevo proyecto RI-URBANS, que empezó el pasado octubre y en el que participan 28 instituciones europeas. ¿Cuál es su principal objetivo?

Nuestro objetivo es aplicar herramientas científicas avanzadas para que nuestras administraciones puedan diagnosticar los problemas de calidad del aire, desarrollar políticas coste-efectivas para reducir la contaminación y mejorar así la calidad de vida en nuestras ciudades. Medimos parámetros que en un futuro serán regulados por la normativa y aplicamos métodos para cuantificar los aportes de diferentes fuentes de emisión a la exposición humana de la contaminación. Además, involucramos a ciudadanos en el mapeo de la contaminación de su ciudad para que tomen conciencia de la necesidad de aplicar medidas. Involucramos a muchas ciudades y administraciones, para acercar más la ciencia y toma de decisiones políticas en este campo.

¿Qué valoración hace como experto de la Alianza Médica Contra el Cambio Climático?

Una gran iniciativa que debe ser apoyada por las administraciones, la ciencia y la sociedad en general. Sin duda el cambio que necesitamos debe ser activado en parte por demostrar que no solo estamos cambiando nuestro clima y afectando a los ecosistemas, sino que afectamos negativamente a nuestra salud, y por tanto a nuestra calidad de vida y economía. Por tanto, hemos de apoyar a la sanidad para que muestre lo importante que es actuar. Los profesionales de la sanidad tienen mucho que decir en ello. Su mensaje ha sido siempre ‘más vale prevenir que, …’ y eso en calidad del aire y en clima es el mensaje que hay que dar.

¿Cómo puede la profesión médica avanzar en la lucha contra la contaminación atmosférica?

Ya lo hace, y muy bien, por cierto. Los epidemiólogos españoles han hecho un papel imprescindible en mostrar cual es el impacto en salud (y sus costes económicos derivados) del impacto climático y de la contaminación urbana. Sin sus conclusiones no se hubiera activado la normativa de calidad del aire. Hay valores límite normativos que se han fijado porque expertos en medicina han mostrado que si se sobrepasan hay un impacto en la salud importante. También los estudios epidemiológicos de los impactos de las olas de calor y otros efectos derivados del cambio climático tienen en la población. Es clave aquí resaltar el papel de la OMS en todo ello, tanto en el análisis como en la insistencia en la necesidad de actuar. Por tanto, estos análisis deben continuar y adaptarse a los nuevos escenarios. Creo que además el médico podría jugar un papel muy importante para mostrar a sus pacientes los beneficios de actuar para provocar los cambios que necesitamos.